Por supuesto, la Iglesia Nueva es conocida sobre todo por el monumental sepulcro de Guillermo de Orange. Sin embargo, entre los muros de la iglesia hay diversos epitafios y sepulcros de holandeses (algo) menos famosos que también son dignos de contemplarse.

La Casa Real
Aparte de Guillermo de Orange, cinco miembros de la Casa Real tienen su propio monumento: el estatúder Guillermo V, su hijo Guillermo Jorge Federico, Guillermo Alejandro Ernesto Casimiro (hijo del rey Guillermo II), el rey Guillermo I y su primogénita Paulina.

Monumento alemán
Esta última fue enterrada primero en Alemania. Con el paso del tiempo, su sepulcro quedó relegado al olvido y desatendido. Cuando fue redescubierto en 1911, la reina Guillermina (abuela de la reina Beatriz), ordenó trasladar rápidamente a Paulina a la Iglesia Nueva. También se instaló su monumento que lleva una inscripción en alemán.

Respeto
Hugo Grocio, el hombre que logró escapar del fuertemente vigilado castillo de Loevestein escondido en una caja de libros, también está enterrado en la Iglesia Nueva. Muy cerca del Príncipe Mauricio, que ordenó su encarcelamiento. El sepulcro de mármol blanco y negro rememora con respeto la inteligencia de este jurisconsulto.

Para los curiosos
Por otra parte se espera que solo las personas muy curiosas se acerquen al sepulcro, pues el final del epitafio dice así: ‘Evitad esta lápida: Grocio se haya aquí sepultado, si no ardéis en ansias de aprender y por amor a la libertad'.**

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